Durante un año, acompañé con un proceso de coaching, a un alto ejecutivo que se destacaba no sólo por la experticia y conocimiento técnico en su área sino por tener habilidades blandas (soft skills) como creatividad, buena comunicación, trabajo en equipo y empatía con sus colaboradores. Sin embargo, la empresa donde trabaja sabía que tenía el potencial de lograr mejores resultados como su vocero ante el organismo que los agremiaba. No estaba siendo un referente en su sector tal y como se esperaba de su alto perfil laboral.
Desde el comienzo, logramos identificar que le faltaba desarrollar la habilidad de proyección y visibilidad y relacionamiento efectivo. Debía asumir riesgos en el sentido de conectarse más con las personas influyentes de su gremio. Pudo darse cuenta que si bien asistía y participaba a los eventos claves, le costaba hacer networking, vincularse de una forma más determinada y asertiva con sus colegas. Necesitaba llegar con más fuerza. El resultado es que, después de un tiempo, nuestro ejecutivo logró fortalecerse en nuevas habilidades y fue nombrado miembro de la Junta Directiva de esa agremiación. Ahora es una de las figuras más visibles de esa entidad y asiste a congresos internacionales como ponente del sector.
El foco estuvo en las power skills (habilidades de poder), esas habilidades indispensables que requieren los profesionales en el entorno laboral de hoy. Nos referimos, entre otras, a determinación, proyección y visibilidad, relacionamiento efectivo, método, agilidad para el cambio, toma de riesgo, flexibilidad cognitiva (abarca diferentes modelos mentales) y autoevaluación. Todas se pueden entrenar. Los líderes que logren integrar las tradicionales soft skills con estas renovadas y potentes competencias serán los modelos de referencia en sus entornos, los ejemplos a seguir debido a su capacidad de conectar, influir en las personas y dejar huella en los demás.
El término se le atribuye al presidente de Dartmouth College, Philip Hanlon quien las define como “la suma del saber, el hacer, actitudes, valores y principios; es un todo mejor que la suma de las partes”. Se ha venido popularizando en los últimos años e incorporándose a esta nueva etapa de redefiniciones laborales donde contar con herramientas de empoderamiento marca la diferencia para desarrollarse, crecer y avanzar.
Así como a las soft skills se les ha ido designando con nuevos atributos dado que “blando” puede tener una connotación negativa, estas nuevas destrezas de poder responden a la transformación de las competencias de liderazgo y al hecho de que nos desenvolvemos en la era post pandemia donde la agitación, la incertidumbre, los cambios geopolíticos y económicos y el avance de la inteligencia artificial (IA) nos plantea desafíos personales y profesionales para surfear el momento presente y avanzar hasta dónde queremos llegar.
Si bien el conocimiento técnico es uno de los pilares, ya el Foro Económico Mundial advierte que “el 50% de los empleados necesitarán volver a formarse para 2025, a medida que aumente la adopción de la tecnología. También que el pensamiento crítico y la resolución de problemas encabezarán la lista de habilidades que los empleadores requerirán en los años inmediatos. No menos importante es el desarrollo de nuevas aptitudes de autogestión, como el aprendizaje activo, la capacidad de recuperación, la tolerancia al estrés y la flexibilidad*.
Ante este panorama, el autoconocimiento y una dinámica permanente de revisión y evaluación se pueden convertir en nuestras mejores herramientas. Es un proceso que requiere entrenamiento y atender esos “puntos ciegos” que nos impiden avanzar en la superación de las creencias limitantes. Cuando existe un interés genuino por mejorar, paulatinamente se van incorporando esos hábitos potenciadores que elevan nuestros talentos y capacidades.
Imprescindibles
Las power skills se caracterizan por la fuerza y determinación de los líderes para sobresalir en un entorno competitivo como el actual. Son una evolución o el paso siguiente de las ya conocidas y muy vigentes habilidades blandas que, por supuesto, hay que tener pues muchas personas que desempeñan cargos ejecutivos, incluso, carecen de tales habilidades.
